El virólogo francés Luc Montagnier, ganador del Nobel de Medicina de 2008, tras participar en el descubrimiento del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) en 1983, falleció este martes en un hospital de Neuilly-sur-Seine (París), de acuerdo a fuentes médicas y municipales. En los últimos años, Montagnier, nacido en Chabris hace 89 años, había cuestionado fuertemente al establishment político, mediático y sanitario, al criticar en duros términos la inoculación masiva contra el Covid-19. Montagnier también había acusado recientemente a los grandes laboratorios globales “de ir envenenando poco a poco a toda la población”, por lo que fue sistemáticamente bloqueado en las redes sociales y defenestrado por las cadenas de noticias internacionales.
El premio Nobel había comparecido el 12 de enero de 2022 en el Parlamento de Luxemburgo para apoyar una petición contra la imposición de la inoculación por el Covid-19 y luego concluyó un periplo europeo con su participación en una protesta contra el “pasaporte sanitario” en Milán. Allí sostuvo: “Al contrario de lo que se dijo al principio, estas vacunas no protegen, y esa verdad está saliendo a la luz”. “Al día de hoy, nadie puede predecir cuántas de estas personas vacunadas tendrán problemas neurológicos importantes en el futuro”, había manifestado el premio Nobel. “La proteína S utilizada en las vacunas para este virus es en realidad tóxica. Muchos atletas, incluidos atletas jóvenes, han muerto como resultado. Darles a los niños estas vacunas es un crimen”, sostuvo, haciendo referencia al bajo riesgo de los niños con respecto al Covid. Y añadió “También puede causar enfermedades nerviosas graves en el cerebro”.
Montagnier cuestionó en esa ocasión que se dejen de lado muchos tratamientos, para enfocar todo el interés en las inoculaciones: “Muchos países han olvidado que existen otros medicamentos además de las vacunas” y culpó a los gobiernos de seguir acríticamente los dictados de la industria farmacéutica: “Las grandes compañías farmacéuticas están interesadas en obtener ganancias. Debemos volver al respeto por la verdad científica. Hay que seguir de cerca la evolución del cuadro clínico, especialmente en personas vacunadas con 1, 2 o 3 dosis, ya que existen estudios científicos específicos sobre patologías cerebrales graves. Y la niebla que ha afectado a las noticias científicas debe ser suprimida. Es importante que la medicina y la verdad científica aparezcan con precisión en los medios de comunicación”.
Había finalizado ese discurso interpelando a la audiencia en Milán: “El futuro de la humanidad está en juego. Las secuelas dependen de ustedes, especialmente de los no vacunados, que algún día podrán salvar a la humanidad, mientras que los vacunados tendrán que ser salvados por los centros médicos. Depende de ti, especialmente de ti que no has sido vacunado, salvar a la humanidad mañana. ¿Qué le diría a un joven hoy? Cada uno de ustedes debe actuar y encontrar la verdad escondida detrás de las mentiras. ¡Larga vida a la libertad!”.
En 1972, Montagnier creó la unidad de oncología viral en el nuevo departamento de virología del Instituto Pasteur de París. En 1983, descubrió, con sus colaboradores Jean-Claude Chermann y Françoise Barré-Sinoussi, el virus del SIDA. Abandonó la dirección de su departamento en 1997, a los 65 años, para incorporarse durante unos años al Queens College, en Nueva York. En 2008 fue la consagración del profesor Montagnier y sus colaboradores: se les otorgó el Premio Nobel de Medicina por su trabajo sobre el VIH. En noviembre de 2017, se puso en contra al establishment farmacéutico al declararse en contra de la vacunación obligatoria de los niños.
Este jueves, el virólogo Didier Raóul confirmó su muerte en las redes sociales: “Se ha perdido un hombre donde la originalidad, la independencia y los descubrimientos sobre el ARN han permitido la creación del laboratorio que aisló e identificó el virus del SIDA”.
El premio Nobel falleció el 8 de febrero en el hospital Americano de Neuilly sur Seine, cerca de Paris, rodeado de sus hijos, en circunstancias que no trascendieron, quizá en el momento de su vida en el que su palabra le estaba causando mayores problemas a las agendas del poder global. Recién este jueves el ayuntamiento confirmó su muerte. Su equipo lo despidió en las redes sociales con la frase: “Esperamos que no se detenga lo que él empezó”.
Montagnier deja tras de sí una extensa obra que incluye unas 350 publicaciones científicas, más de 700 patentes y el ejemplo para las próximas generaciones de investigadores de que es posible enfrentarse a la maquinaria farmacéutica, política y mediática.
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