Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
La crisis que la humanidad está experimentando como resultado de la pandemia de Coronavirus ha adquirido una escala tan global que es simplemente imposible volver a la situación que existÃa antes. Si la propagación del virus no se detiene dentro de un mes y medio o dos meses, el proceso se volverá irreversible y de la noche a la mañana todo el orden mundial colapsará. La historia ha visto perÃodos similares que se asociaron con desastres mundiales, guerras y otras circunstancias extraordinarias.
Si tratamos de mirar hacia el futuro con incertidumbre y apertura, podemos predecir algunos de los escenarios más probables o circunstancias particulares.
- La globalización se derrumba de manera definitiva, rápida e irrevocable. Hace tiempo que muestra signos de crisis, pero la epidemia ha aniquilado todos sus principales axiomas: la apertura de las fronteras, la solidaridad de las sociedades, la efectividad de las instituciones económicas existentes y la efectividad de las élites gobernantes. La globalización ha caÃdo ideológicamente (liberalismo), económicamente (redes globales) y polÃticamente (liderazgo de las élites occidentales).
- Se creará un nuevo mundo post-globalista (postliberal) sobre los escombros del globalismo.
Cuanto antes reconozcamos este giro en particular, más preparados estaremos para enfrentar los nuevos desafÃos. La situación es comparable a los últimos dÃas de la URSS: la gran mayorÃa de la clase gobernante soviética se negó incluso a pensar en la posibilidad de la transición a un nuevo modelo de estado, gobierno e ideologÃa, y solo una minorÃa muy pequeña se dio cuenta de la verdadera naturaleza de la crisis y estaba preparada para adoptar un modelo alternativo. En un mundo bipolar, el colapso de un polo dejó solo al otro, por lo que la decisión fue reconocer su victoria, copiar sus instituciones e intentar asimilarse en sus estructuras. Esto es lo que condujo a la globalización de los años 90 y el mundo unipolar.
Hoy, este mundo unipolar se está derrumbando, un hecho que ha sido reconocido (en términos de ideologÃa, economÃa y orden polÃtico) por todos los principales actores mundiales, China, Rusia y casi todos los demás, y se ha encontrado con nuevos intentos de independencia y en mejores condiciones. En consecuencia, las élites gobernantes enfrentan un problema más complejo: la elección entre un modelo que se derrumba en el abismo y el total desconocido, en el que nada puede servir como modelo para construir el futuro. Uno puede imaginar cuán desesperadas, incluso más que a fines de la era soviética, las élites gobernantes se aferrarán al globalismo y sus estructuras a pesar del colapso obvio de todos sus mecanismos, instrumentos, instituciones y estructuras.
Por lo tanto, el número de aquellos que pueden navegar más o menos libremente en el creciente caos será bastante pequeño incluso entre las élites. Es difÃcil imaginar cómo se desarrollará la relación entre los globalistas y los post-globalistas, pero ya es posible anticipar en términos generales los puntos principales de la realidad post-globalista.
- La sociedad abierta se convertirá en una sociedad cerrada. La soberanÃa se convertirá en el valor más alto y absoluto. Se declara que la bondad es la salvación y el soporte vital de un pueblo concreto dentro de un Estado concreto. El poder será legÃtimo solo si puede hacer frente a esta tarea: primero, salvar la vida de las personas en las condiciones de una pandemia y los procesos catastróficos que la acompañan, y luego organizar una estructura polÃtica, económica e ideológica que le permita defender los intereses de esta sociedad cerrada frente a los demás. Esto no implica necesariamente una guerra de todos con todos, pero al mismo tiempo inicialmente determina la prioridad principal y absoluta de este paÃs y este pueblo. Ninguna otra consideración ideológica podrá anular este principio.
- Una sociedad cerrada debe ser autocrática. Esto significa que debe ser autosuficiente e independiente de los proveedores externos en materia de alimentos, producción industrial, en su sistema monetario y financiero, y su poder militar en primer lugar. Todo esto se convertirá en las principales prioridades en la lucha contra la epidemia, cuando los Estados se vean obligados a cerrar, pero en el mundo post-globalista esto se convertirá en una caracterÃstica permanente. Si los globalistas lo ven como una medida temporal, los post-globalistas deberÃan, por el contrario, prepararse para que se convierta en una prioridad estratégica.
- La autosuficiencia en el soporte vital, los recursos, la economÃa y la polÃtica deben combinarse con una polÃtica exterior efectiva, en la que se destaque una estrategia de alianza. Lo más importante es tener un número suficiente de aliados estratégica y geopolÃticamente importantes que juntos formen un bloque potencial capaz de proporcionar a todos los participantes una resistencia efectiva y una defensa suficientemente confiable contra la probable agresión extranjera. Lo mismo se aplica a los lazos económicos y financieros que expanden el volumen de los mercados disponibles, no a escala global sino regional.
- Para garantizar la soberanÃa y la autonomÃa, es importante establecer el control sobre aquellas áreas de las que depende la soberanÃa y la seguridad de cada entidad soberana. Esto hace que ciertos procesos de integración sean un imperativo geopolÃtico. La existencia de enclaves hostiles en una proximidad amenazante del territorio nacional (potencial o real) socavará la defensa y la seguridad. Por lo tanto, ya en las condiciones para combatir la epidemia, se debe prever y establecer un cierto modelo de integración.
El mundo post-globalista se puede imaginar en forma de varios centros grandes y varios centros secundarios. Cada polo principal debe cumplir con los requisitos de la autarquÃa. SerÃa el análogo de los imperios tradicionales. Esto significarÃa:
- Un sistema vertical único de gestión rÃgida (en una situación de crisis con la dictadura del máximo poder);
- Plena responsabilidad del estado y sus instituciones por la vida y la salud de los ciudadanos;
- La asunción por parte del Estado de la responsabilidad del suministro de alimentos a su población bajo fronteras cerradas, lo que requiere una agricultura desarrollada;
- La introducción de la soberanÃa monetaria, con la moneda nacional vinculada al oro o la cobertura de productos básicos (es decir, la economÃa real) en lugar del sistema de reserva mundial;
- Garantizar un alto Ãndice de desarrollo de la industria nacional suficiente para competir eficazmente con otros Estados cerrados (lo que no excluye la cooperación, sino solo cuando el principio de independencia y la autarquÃa industrial no se ve afectado);
- Creación de una industria militar eficiente y la infraestructura cientÃfica y de producción necesaria;
- Control y mantenimiento del sistema de transporte y comunicación que asegura la comunicación entre los territorios individuales del Estado.
Obviamente, para realizar tareas tan extraordinarias, es necesario:
- Una élite muy especial (clase polÃtica posglobalista).
- Por consiguiente, será necesario adoptar una ideologÃa estatal completamente nueva (el liberalismo y el globalismo no son muy adecuados para esto).
La clase polÃtica debe ser reclutada entre gerentes y empleados de instituciones militares. La ideologÃa debe reflejar las caracterÃsticas históricas culturales y religiosas de una sociedad en particular y tener una orientación futurológica: la proyección de la identidad civilizatoria hacia el futuro. Es importante tener en cuenta que casi todos los paÃses y bloques de paÃses modernos, y aquellos que están completamente inmersos en la globalización y aquellos que han tratado de mantenerse alejados de ella, tendrán que pasar por algo como esto.
En este sentido, debe suponerse que tales procesos harán de los EE.UU. uno de los jugadores más importantes del mundo al mismo tiempo que cambiará su contenido, de ser la ciudadela de la globalización a una poderosa entidad autocrática que defiende solo sus propios intereses. Los requisitos previos para tal transformación ya están contenidos en parte en el programa de Donald Trump, y en la lucha contra las pandemias y los estados de emergencia, esto adquirirá caracterÃsticas aún más distintas.
Francia y Alemania también están listas para seguir el mismo camino: hasta ahora, bajo medidas de emergencia, otras potencias europeas ya se dirigen en esta dirección. A medida que la crisis se profundiza y se alarga, estos procesos se acercarán cada vez más a lo que hemos esbozado. China está relativamente lista para tal cambio, ideológica y polÃticamente, como un estado rÃgidamente centralizado con una pronunciad poder vertical. China está perdiendo mucho con el colapso de la globalización, que ha logrado poner al servicio de sus intereses nacionales, pero en general, siempre ha puesto especial énfasis en la autarquÃa, que no ha pasado por alto incluso durante sus perÃodos de máxima apertura.
Existen requisitos previos para una evolución posglobalista en Irán, Pakistán y en parte TurquÃa, que podrÃan convertirse en los polos del mundo islámico. India, que está reviviendo rápidamente su identidad nacional, comenzó a restablecer activamente los lazos con los paÃses amigos de la región en el contexto de la pandemia, preparándose para los nuevos procesos. Rusia también tiene una serie de aspectos positivos en estas condiciones iniciales:
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