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La interpretación de la Shoah o el Holocausto Judio

Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, los nazis perpetraron masacres contra los ‎judĆ­os de Europa y los romanĆ­es. La interpretación de uno de esos genocidios se basa ‎en un desconocimiento de la condición humana y agitan una cantidad de pasiones que, ‎lejos de evitar nuevos genocidios, mĆ”s bien los propicia.‎+

EstĆ” conmemorĆ”ndose el 75Āŗ aniversario de la liberación del campo de concentración de ‎Auschwitz, donde perecieron mĆ”s de un millón de prisioneros. Hoy se ha convertido a Auschwitz en el ‎sĆ­mbolo de los campos de exterminio, de los crĆ­menes perpetrados por los nazis y de la Shoah. ‎

Algunos negacionistas han tratado de rehabilitar la Alemania nazi poniendo en duda su intención ‎de proceder al exterminio de poblaciones, cuestionando que haya asesinado realmente millones ‎de personas y que haya asesinado prisioneros en cĆ”maras de gas. Esa abyecta polĆ©mica ha ‎relegado a un segundo plano la cuestión de la comprensión de los hechos. Desde el juicio de ‎Adolf Eichmann, en 1962, la interpretación prevaleciente es la que adoptó la Agencia JudĆ­a ‎en aquella Ć©poca: a partir de la conferencia de Wansee, el antisemitismo nazi se tradujo en un ‎plan de exterminio –la Shoah– contra las poblaciones judĆ­as de Europa, lo cual marca un punto de ‎ruptura en la Historia. Los judĆ­os, eternos perseguidos, sólo estarĆ”n definitivamente protegidos en ‎el Estado de Israel. ‎

Pero, como demostrarĆ© aquĆ­, esa interpretación contemporĆ”nea ignora toda una serie de hechos ‎relacionados con la cuestión. ‎

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En 1994, unas 800 000 personas fueran masacradas a machetazos en Rwanda, en sólo varias semanas.‎

La larga historia de los genocidios

Durante los 4 siglos de colonización del mundo por parte de los europeos occidentales, ‎numerosos Estados supuestamente civilizados perpetraron genocidios. ‎

Por ejemplo, cuando el presidente del consejo de ministros del Reino de Italia, Benito Mussolini, ‎proclamó el Segundo Imperio Colonial Italiano, decidió fundar una colonia italiana en EtiopĆ­a. ‎Ante la resistencia de los etĆ­opes, Mussolini concibió un plan de «limpieza Ć©tnica» que abarcarĆ­a ‎toda una región de EtiopĆ­a cuya población serĆ­a exterminada para sustituirla por colonos italianos. ‎En el marco de ese plan, Mussolini hizo que el virrey Rodolfo Graziani utilizara aviones para regar ‎gas mostaza sobre las aldeas etĆ­opes rebeldes.‎

El uso extensivo de las masacres no es una exclusividad de los europeos occidentales ni de la ‎ideologĆ­a colonial. Bajo el Imperio Otomano, el sultĆ”n Abdul Hamid II organizó la masacre ‎contra los no musulmanes (desde 1894 hasta 1896). El sultĆ”n Abdul Hamid II fue derrocado ‎en 1909 por los «Jóvenes Turcos», movimiento militar que reactivó la masacre contra las ‎poblaciones no musulmanas, principalmente en 1915 y 1916. Ambos regĆ­menes compartĆ­an la ‎misma ideologĆ­a –el panislamismo–, segĆŗn la cual la identidad turca es exclusivamente ‎musulmana. Los armenios fueron los mĆ”s afectados pero todas las confesiones no musulmanas ‎fueron perseguidas por ambos regĆ­menes. Aquellas masacres no fueron perpetradas en los ‎territorios conquistados por el Imperio Otomano sino en los territorios que hoy forman parte de ‎TurquĆ­a [1].‎

AsĆ­ que existen al menos 2 motivos diferentes para tales masacres:‎
- un objetivo militar: la eliminación de poblaciones que oponen resistencia;‎
- un objetivo ideológico: la eliminación de poblaciones consideradas extranjeras.
La polĆ­tica nazi perseguĆ­a ambos objetivos pero el exterminio de los judĆ­os en Europa en particular, solo respondĆ­a ‎a un objetivo ideológico.‎

Los genocidios tampoco son una exclusividad de los mĆ”s fuertes contra los mĆ”s dĆ©biles, como ‎queda demostrado por el genocidio perpetrado en Rwanda por los hutus contra la etnia tutsi. ‎Ambos pueblos eran numĆ©ricamente similares y la masacre no fue perpetrada por milicias sino ‎principalmente por la población hutu y con machetes. ‎

Estas masacres de masas constituyen «crĆ­menes contra la humanidad». Fue Ćŗnica y ‎exclusivamente bajo esa denominación que el Tribunal Internacional de Nuremberg juzgó a los ‎responsables del genocidio perpetrado contra los judĆ­os de Europa. La noción de «genocidio» ‎fue incorporada al derecho tiempo despuĆ©s de los juicios de Nuremberg. ‎

Bajo la influencia de Raphael Lemkin, se consideró despuĆ©s el genocidio como un crimen aparte ‎entre los crĆ­menes contra la humanidad. Pero tambiĆ©n se introdujo una noción de culpabilidad ‎colectiva, lo cual contradice el principio bĆ”sico de la responsabilidad personal y es contrario al ‎objetivo que se busca. La evolución del concepto ha llevado a que el derecho estadounidense ‎considere hoy que el asesinato de al menos 2 personas, motivado sólo por lo que son esas personas ‎y no por sus actos, es suficiente para ser clasificado como «genocidio». ‎

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Estados Unidos se planteó la cuestión racial antes que Alemania. Pero, ‎en vez de asesinar a las poblaciones que consideraban “razas inferiores”, los estadounidenses ‎se pronunciaron por su esterilización obligatoria.‎

¿Por quĆ© los nazis trataron de exterminar a los judĆ­os?

El programa nazi preveĆ­a reconstituir el imperio alemĆ”n cuyo surgimiento quedó bloqueado ‎al final de la Primera Guerra Mundial por el Tratado de Versalles. Pero en vez construir el imperio ‎alemĆ”n conquistando Ɓfrica, Asia o LatinoamĆ©rica, territorios ya distribuidos entre el Reino Unido ‎y Francia, Alemania se planteó la conquista del este de Europa. ‎

Los nazis, herederos de Goethe y de Beethoven, se creĆ­an humanistas de nacimiento. Conforme a ‎la ideologĆ­a colonialista europea, justificaban su voluntad de conquista afirmando que ‎los pueblos que pretendĆ­an dominar eran culturalmente inferiores. Adolf Hitler asĆ­ lo explica en ‎‎Mein Kampf. En ese libro, Hitler nunca habla de «subhumanos» (untermenschen). ‎Esa expresión sólo apareció mĆ”s tarde, a raĆ­z del «consenso cientĆ­fico» de la Ć©poca: ‎los medios cientĆ­ficos occidentales estaban convencidos de que las conquistas coloniales ‎demostraban la existencia de una jerarquĆ­a entre las razas y que los europeos occidentales ‎estaban en lo mĆ”s alto de esa jerarquĆ­a, asĆ­ que buscaban cómo distinguir esas razas entre sĆ­ ‎mediante una serie de caracterĆ­sticas [2]. ‎La ciencia actual ha demostrado lo absurdo de esa noción, que sin embargo persiste en ‎numerosos paĆ­ses, como en Estados Unidos, donde las estadĆ­sticas oficiales siguen clasificando a ‎las personas segĆŗn ese concepto imaginario [3].‎

Para los nazis, los primeros «subhumanos» eran, por consiguiente, los eslavos, cuyos territorios ‎pretendĆ­an conquistar, y su primer blanco fueron los eslavos. Sin embargo, como el canciller ‎Hitler justificaba su voluntad de conquista de un espacio vital (lebensraum) afirmando la ‎superioridad de su «raza» –concepto ampliamente compartido en aquella Ć©poca por los pueblos ‎occidentales– agregó a su lista los romanĆ­es (o sea la población denominada indistintamente ‎como pueblo gitano, cĆ­ngaros o roms) y los judĆ­os simplemente por tratarse de pueblos nómadas o de ‎pueblos sin tierra. Por supuesto, esta condena de los judĆ­os como raza se basaba en el ‎antisemitismo europeo, que el propio Hitler alimentó, pero no fue por antisemitismo que ‎los judĆ­os fueron clasificados como «subhumanos». De hecho, aunque no existe una cultura ‎europea antiromanĆ­, ese pueblo tambiĆ©n fue clasificado como «subhumano». ‎

La noción misma de antisemitismo no tiene mucho que ver con los judĆ­os. Los semitas son ‎Ć”rabes, algunos de ellos de confesión judĆ­a. Por otro lado, gran parte de los judĆ­os de Europa ‎no son originarios de Palestina sino descendientes de poblaciones del CĆ”ucaso convertidas en el ‎siglo X [4].‎

Inicialmente algunos nazis no eran tan hostiles a los judĆ­os alemanes como hoy se cree [5].‎
- Antes y despuĆ©s del ascenso de los nazis al poder –pero ya bajo la autoridad de Josef Goebbels–‎‎, Leopold von Mildenstein organizó viajes de oficiales nazis a Palestina, entonces bajo mandato ‎britĆ”nico. El partido nazi (NSDAP) consideraba inaceptable que los judĆ­os no tuviesen su propio ‎Estado y, por consiguiente, apoyaba la noción del hogar nacional judĆ­o en Palestina.
- Cuando Alemania ya habĆ­a adoptado leyes contra los judĆ­os, el partido nazi negoció con la ‎Agencia JudĆ­a, en 1933, los Acuerdos de Haavara que autorizaban a los judĆ­os a instalarse ‎en Palestina [6].‎
- Las cosas evolucionaron en una mala dirección. En 1938, o sea antes de la guerra, el ministro ‎francĆ©s de Exteriores, Georges Bonnet, propuso a la Alemania nazi trasladar los judĆ­os franceses ‎y alemanes a la colonia francesa de Madagascar. Polonia –como acaba de recordarlo ‎el presidente ruso Vladimir Putin– se unió entonces a Francia y Alemania para crear una comisión ‎encargada de preparar la aplicación de ese plan, que nunca llegó a concretarse [7]. ‎

No fue hasta finales de 1941, despuĆ©s de haber agotado todas las opciones y cuando la invasión ‎iniciada contra la URSS comenzó a convertirse para ellos en una pesadilla, que los nazis optaron ‎por la «solución final»: el asesinato en masa. ‎

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Rudolf Höß ante el tribunal de Nuremberg. ‎

El caso de Rudolf Höß

Antes de la Primera Guerra Mundial, Alemania disponĆ­a de un imperio, como las demĆ”s grandes ‎potencias europeas. Como militar alemĆ”n, Franz Xaver Höß fue enviado al Sudoeste Africano –la ‎actual Namibia–, donde participó en el primer genocidio del siglo XX: la masacre contra las etnias ‎herero y nama. ‎

Su hijo, Rudolf Höß, se enroló desde muy joven en el ejĆ©rcito imperial, durante la Primera Guerra ‎Mundial, y formó parte de los refuerzos alemanes enviados al Imperio Otomano. En sus ‎memorias, Rudolf Höß dice haber luchado contra los britĆ”nicos en Palestina [8]. En realidad, ‎Rudolf Höß estuvo en la TurquĆ­a actual y participó en la masacre desatada por el movimiento ‎militar de los Jóvenes Turcos contra las poblaciones no musulmanas. ‎

Veinte aƱos despuĆ©s, Rudolf Höß, se enroló en las SS y fue nombrado, en 1940, director del ‎complejo de Auschwitz. Al principio, Auschwitz era un campo de concentración concebido segĆŗn ‎el modelo de los que habĆ­an creado los britĆ”nicos durante la Guerra de los Boers, en Ɓfrica ‎del Sur. A finales de 1941, se agregó un campo de exterminio (Auschwitz-Birkenau) y, ‎a mediados de 1942, un campo de trabajos forzados (Auschwitz-Monowitz), donde el banquero ‎estadounidense Prescott Bush –padre y abuelo de los dos presidentes Bush– invirtió capitales que ‎le reportaron jugosas ganancias [9].‎

Rudolf Höß afirmó haber sido siempre un hombre normal. Aunque parezca increĆ­ble, este individuo ‎no veĆ­a como anormal el asesinato masivo de armenios y judĆ­os… en definitiva su padre habĆ­a ‎asesinado en masa africanos hereros y namas. ‎

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El profesor austriaco Konrad Lorenz, fundador de la etologĆ­a y ‎premio Nobel, era un nazi convencido. Militó en pro de que los homosexuales fuesen ‎marginados de la sociedad, como en los casos donde la medicina impone la amputación de una ‎parte del cuerpo para salvar al paciente. ‎

El «exterminio» de los homosexuales

Siguiendo el consenso cientĆ­fico de su Ć©poca, los nazis trataron de preservar la «raza» ‎germĆ”nica prohibiendo los matrimonios interraciales. Eso no era nada nuevo, en Alemania ya ‎se hacĆ­a desde 1905, o sea antes de la Primera Guerra Mundial, y tambiĆ©n se habĆ­a hecho en ‎muchos otros paĆ­ses occidentales. ‎

Pero no se trataba sólo de impedir el nacimiento de mestizos, tambiĆ©n se buscaba preservar el ‎patrimonio genĆ©tico de la raza. El Instituto KĆ”iser Guillermo (equivalente alemĆ”n del actual CNRS ‎francĆ©s (Centro Nacional de la Investigación CientĆ­fica, siglas en francĆ©s) afirmó que si ‎un hombre penetraba a otro hombre podĆ­a transmitirle elementos de su patrimonio genĆ©tico, ‎lo cual significaba que los «homosexuales pasivos» constituĆ­an un riesgo. Es por eso que ‎los nazis penalizaron la homosexualidad entre hombres, a pesar de que inicialmente esta ‎habĆ­a sido pĆŗblicamente dominante entre los miembros del partido nazi. ‎

Los homosexuales sorprendidos in fraganti eran “invitados” a aceptar la castración o ‎encarcelados como antisociales. Numerosos mĆ©dicos, como Sigmund Freud, distribuyeron entonces certificados mĆ©dicos que presentaban la homosexualidad como una enfermedad y ‎afirmaban que el “paciente” en cuestión estaba siguiendo una terapia, con lo cual salvaban ‎al paciente de la castración y de la cĆ”rcel. Ciertos grupos citan hoy aquellos certificados falsos ‎para afirmar que el fundador del psicoanĆ”lisis condenaba la homosexualidad o la consideraba una ‎patologĆ­a. ‎

DespuĆ©s de haber asistido en Ɓmsterdam a la inauguración de un monumento dedicado a los ‎homosexuales deportados –que al parecer fueron unos 5 000 en todo el Reich–, yo mismo ‎fundĆ© una asociación para que se reconociera ese crimen en Francia. AsĆ­ organicĆ© varias ‎ceremonias con asociaciones de deportados. ConocĆ­ entonces a un testigo, Pierre Seel, que ‎contó con lujo de detalles como fue deportado al campo de concentración de Struthof debido a su ‎condición de homosexual y logrĆ© que se modificaran por decreto las condiciones para el ‎reconocimiento de la categorĆ­a de deportado para que Pierre Seel fuera reconocido como tal. ‎Pero, durante la elaboración de su expediente, se comprobó que aquel testigo mentĆ­a y que habĆ­a ‎sido deportado como alsaciano desertor [10]. PedĆ­ ‎entonces a un amigo, el senador Henri Caillavet, presidente de la Comisión Nacional de ‎InformĆ”tica y Libertades (CNIL), que investigara sobre la deportación de homosexuales franceses. ‎Al cabo de un aƱo de investigación, el senador Caillavet comprobó que la policĆ­a francesa ‎nunca abrió un fichero dedicado a los homosexuales y que nunca hubo deportaciones de ‎homosexuales en Francia, ni tampoco en la Alsacia anexada por el Reich. A pesar de ‎lo anterior, la versión de Pierre Seel fue popularizada y en la ciudad de Toulouse existe incluso una ‎calle que lleva su nombre. ‎

Esta historia me enseñó mucho sobre las exageraciones que los grupos humanos pueden llegar a ‎orquestar para atribuirse la aureola de mĆ”rtires. Se extendió asĆ­ la creencia de que el Reich quiso ‎exterminar a los homosexuales masculinos y las lesbianas, lo cual es absolutamente falso. Nunca ‎hubo represión del lesbianismo y los nazis sólo reprimieron la homosexualidad entre los hombres ‎e incluso Ćŗnicamente entre las poblaciones llamadas «arias». Sólo 48 hombres fueron ‎identificados como homosexuales en Auschwitz. HabĆ­an sido deportados a ese campo de ‎concentración y, los que sobrevivieron, fueron liberados en 1942 y obligados a servir como ‎‎«arios» en la «guerra total» contra los Aliados. ‎

‎¿Tenemos que recordar aquĆ­ que las cuestiones de los judĆ­os, los romanĆ­es o los homosexuales ‎no tuvieron absolutamente nada que ver con el inicio de la Segunda Guerra Mundial? ‎

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Otto Buchinger, pionero de la ecologĆ­a.

Régimen de alimentación

Sigue pareciendo difĆ­cil entender por quĆ© los nazis alimentaban, aunque ciertamente muy mal, a los prisioneros ‎que querĆ­an eliminar. En realidad alimentaban sólo a los que querĆ­an explotar como fuerza de ‎trabajo. Con ellos utilizaban la extraƱa sopa del doctor Otto Buchinger.‎

Este gran mĆ©dico era un militante de la Lebensreform, del regreso a la naturaleza. Otto ‎Buchinger teorizó sobre el papel reparador del ayuno y descubrió que se puede trabajar duro y ‎casi sin comer si uno bebe una sopa muy clara. El cuerpo pierde volumen rĆ”pidamente pero ‎produce una gran energĆ­a. Los trabajos del doctor Otto Buchinger aĆŗn se aplican en las clĆ­nicas ‎que sus descendientes poseen en Alemania y EspaƱa, donde los miembros de las dinastĆ­as ‎reinantes en las monarquĆ­as Ć”rabes ‎del Golfo suelen internarse para bajar de peso. Los nazis, que ‎tambiĆ©n eran fervientes partidarios del regreso a la naturaleza –el propio Hitler era vegetariano y ‎prohibĆ­a que se fumara en su entorno– utilizaron la sopa del doctor Otto Buchinger para hacer ‎trabajar a sus prisioneros, sabiendo que al final ese rĆ©gimen de alimentación acabarĆ­a ‎matĆ”ndolos. ‎

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El ritual judĆ­o del holocausto.‎

Solución final, Holocausto y Shoah

Los historiadores designan la liquidación de los judĆ­os de Europa como la «solución final». Pero ‎tambiĆ©n se conoce como el «Holocausto» o la «Shoah», dos tĆ©rminos que designan ‎interpretaciones particulares de ese hecho. ‎

El tĆ©rmino “holocausto” es utilizado por los cristianos evangĆ©licos estadounidenses y hace ‎referencia a un ritual judĆ­o donde se sacrifica una dĆ©cima parte de los animales y sus cuerpos son quemados. SegĆŗn su teologĆ­a, Dios dispuso el exterminio de los judĆ­os de Europa antes de que ‎el MesĆ­as regresara a la Tierra. AsĆ­ que no es un tĆ©rmino muy respetuoso para las vĆ­ctimas. ‎En todo caso, cuando conocieron la existencia de los campos de exterminio, algunos oficiales ‎evangĆ©licos estadounidenses aconsejaron a su estado mayor no intervenir para ‎no interferir en lo que veĆ­an como el «plan de Dios». Dado el hecho que los nazis ‎se esforzaban por matar lejos de la mirada pĆŗblica, bombardear las vĆ­as fĆ©rreas habrĆ­a bastado ‎para detener instantĆ”neamente el genocidio, no sólo de los judĆ­os sino tambiĆ©n de los romanĆ­es. ‎

La palabra Shoah es un vocablo hebreo que significa “catĆ”strofe” y que hace referencia al ‎silencio de Dios durante la tragedia. Por analogĆ­a, los palestinos designan su propia expulsión de ‎la tierra palestina, en 1948, como la Nakba, vocablo que tambiĆ©n significa “catĆ”strofe” pero ‎en Ć”rabe. ‎

Sabiendo todo lo anterior, no parece que el genocidio contra los judĆ­os sea diferente a ‎los demĆ”s, ni que constituya un punto de ruptura en la Historia o que sea resultado sólo del ‎antisemitismo. Y mucho menos que el Estado de Israel ofrezca a los judĆ­os la protección a la que ‎tendrĆ­an derecho. Si asĆ­ fuese, no habrĆ­a en Israel 50 000 sobrevivientes de los campos de ‎exterminio que viven hoy por debajo del lĆ­mite de pobreza. ‎

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En 2016, Rusia realiza un concierto en el gran anfiteatro antiguo de la ‎ciudad siria de Palmira, utilizado por los yihadistas del Emirato IslĆ”mico (Daesh) para asesinar ‎pĆŗblicamente “enemigos de Dios”. Ese concierto marca el regreso de la civilización.

Ni buenos ni malos, tan solo hombres

La puesta en prĆ”ctica de la «solución final» fue planificada por los nazis y parcialmente llevada ‎a cabo por alemanes. Pero la gran mayorĆ­a del personal de los campos de exterminio venĆ­a de las ‎repĆŗblicas bĆ”lticas.‎

Si se considera que de todos los implicados ninguno hizo nada por detener el crimen, es ‎cuando menos injustificado atribuir la responsabilidad Ćŗnicamente a Alemania. Lo cierto es que la Ć©poca ‎pensaba como los nazis, aunque sólo ellos fueron hasta las Ćŗltimas consecuencias de lo que ‎pensaban. ‎

La evaluación de una ideologĆ­a debe tener en cuenta sus premisas y admitir que todos podemos ‎acabar tomando una dirección equivocada. ‎

Por ejemplo, el Estado de Israel se creó en nombre de la ideologĆ­a sionista britĆ”nica [11]. ‎Se trataba de crear una colonia que contribuyera a la expansión del Imperio britĆ”nico. Israel fue ‎proclamado por David Ben-Gurion, que no era judĆ­o en el sentido religioso del tĆ©rmino sino ateo, ‎aunque hacia el final de su vida recobró la fe y se hizo… budista. El Estado de Israel concede la ‎nacionalidad israelĆ­ segĆŗn criterios que nada tienen que ver con la religión judĆ­a, de manera que ‎esos criterios incluyen numerosas personas rechazadas por los rabinos. Israel no optó por la ‎eliminación de las poblaciones autóctonas y prefirió expulsarlas de los territorios donde vivĆ­an. ‎Poco a poco ha ido ocupando nuevos territorios, tragĆ”ndose casi por completo los territorios de ‎los Ć”rabes palestinos. Sin embargo, como algunos palestinos obtuvieron la nacionalidad israelĆ­ ‎en 1948 y hoy representan una quinta parte de la población de Israel, el primer ministro ‎Benyamin Netanyahu –miembro del Likud– impuso la proclamación de Israel como «Estado ‎judĆ­o», oficializando asĆ­ una jerarquización entre los ciudadanos israelĆ­es e imponiendo al Estado ‎una lógica de selectividad entre sus ciudadanos. A pesar de las apariencias, es exactamente ‎la misma lógica que condujo el primer ministro laborista Yitzhak Rabin a plantearse la «solución ‎de los dos Estados»: el objetivo es separar las «razas». TodavĆ­a es posible dar marcha atrĆ”s. ‎

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Ceremonia de conmemoración del 75Āŗ aniversario de la liberación de los ‎prisioneros de Auschwitz.‎

El «deber de memoria» u «obligación de recordar»

Los seres humanos siempre prefieren hacer todo lo posible por olvidar tanto las desgracias que ‎los hicieron sufrir como las desgracias que ellos mismos provocaron. Esa es la lógica que siguen ‎los romanĆ­es, cuyas familias fueron masacradas junto a las familias judĆ­as, y les va mucho mejor. ‎

Por supuesto, para los descendientes es importante rendir homenaje a la memoria de sus ‎familiares muertos. Pero no serĆ” eso lo que logre evitar nuevos genocidios. Esto Ćŗltimo ‎no tiene nada que ver con la identidad ni con la condición de las vĆ­ctimas, ni con ‎las de los verdugos. Sólo se trata de la condición humana y ninguno de nosotros estĆ” al abrigo ‎de convertirse en monstruo. La civilización nunca es innata. ‎

https://www.voltairenet.org/article209098.html 

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