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La interpretaciĆ³n de la Shoah o el Holocausto Judio

Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, los nazis perpetraron masacres contra los ‎judĆ­os de Europa y los romanĆ­es. La interpretaciĆ³n de uno de esos genocidios se basa ‎en un desconocimiento de la condiciĆ³n humana y agitan una cantidad de pasiones que, ‎lejos de evitar nuevos genocidios, mĆ”s bien los propicia.‎+

EstĆ” conmemorĆ”ndose el 75Āŗ aniversario de la liberaciĆ³n del campo de concentraciĆ³n de ‎Auschwitz, donde perecieron mĆ”s de un millĆ³n de prisioneros. Hoy se ha convertido a Auschwitz en el ‎sĆ­mbolo de los campos de exterminio, de los crĆ­menes perpetrados por los nazis y de la Shoah. ‎

Algunos negacionistas han tratado de rehabilitar la Alemania nazi poniendo en duda su intenciĆ³n ‎de proceder al exterminio de poblaciones, cuestionando que haya asesinado realmente millones ‎de personas y que haya asesinado prisioneros en cĆ”maras de gas. Esa abyecta polĆ©mica ha ‎relegado a un segundo plano la cuestiĆ³n de la comprensiĆ³n de los hechos. Desde el juicio de ‎Adolf Eichmann, en 1962, la interpretaciĆ³n prevaleciente es la que adoptĆ³ la Agencia JudĆ­a ‎en aquella Ć©poca: a partir de la conferencia de Wansee, el antisemitismo nazi se tradujo en un ‎plan de exterminio –la Shoah– contra las poblaciones judĆ­as de Europa, lo cual marca un punto de ‎ruptura en la Historia. Los judĆ­os, eternos perseguidos, sĆ³lo estarĆ”n definitivamente protegidos en ‎el Estado de Israel. ‎

Pero, como demostrarĆ© aquĆ­, esa interpretaciĆ³n contemporĆ”nea ignora toda una serie de hechos ‎relacionados con la cuestiĆ³n. ‎

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En 1994, unas 800 000 personas fueran masacradas a machetazos en Rwanda, en sĆ³lo varias semanas.‎

La larga historia de los genocidios

Durante los 4 siglos de colonizaciĆ³n del mundo por parte de los europeos occidentales, ‎numerosos Estados supuestamente civilizados perpetraron genocidios. ‎

Por ejemplo, cuando el presidente del consejo de ministros del Reino de Italia, Benito Mussolini, ‎proclamĆ³ el Segundo Imperio Colonial Italiano, decidiĆ³ fundar una colonia italiana en EtiopĆ­a. ‎Ante la resistencia de los etĆ­opes, Mussolini concibiĆ³ un plan de «limpieza Ć©tnica» que abarcarĆ­a ‎toda una regiĆ³n de EtiopĆ­a cuya poblaciĆ³n serĆ­a exterminada para sustituirla por colonos italianos. ‎En el marco de ese plan, Mussolini hizo que el virrey Rodolfo Graziani utilizara aviones para regar ‎gas mostaza sobre las aldeas etĆ­opes rebeldes.‎

El uso extensivo de las masacres no es una exclusividad de los europeos occidentales ni de la ‎ideologĆ­a colonial. Bajo el Imperio Otomano, el sultĆ”n Abdul Hamid II organizĆ³ la masacre ‎contra los no musulmanes (desde 1894 hasta 1896). El sultĆ”n Abdul Hamid II fue derrocado ‎en 1909 por los «JĆ³venes Turcos», movimiento militar que reactivĆ³ la masacre contra las ‎poblaciones no musulmanas, principalmente en 1915 y 1916. Ambos regĆ­menes compartĆ­an la ‎misma ideologĆ­a –el panislamismo–, segĆŗn la cual la identidad turca es exclusivamente ‎musulmana. Los armenios fueron los mĆ”s afectados pero todas las confesiones no musulmanas ‎fueron perseguidas por ambos regĆ­menes. Aquellas masacres no fueron perpetradas en los ‎territorios conquistados por el Imperio Otomano sino en los territorios que hoy forman parte de ‎TurquĆ­a [1].‎

AsĆ­ que existen al menos 2 motivos diferentes para tales masacres:‎
- un objetivo militar: la eliminaciĆ³n de poblaciones que oponen resistencia;‎
- un objetivo ideolĆ³gico: la eliminaciĆ³n de poblaciones consideradas extranjeras.
La polĆ­tica nazi perseguĆ­a ambos objetivos pero el exterminio de los judĆ­os en Europa en particular, solo respondĆ­a ‎a un objetivo ideolĆ³gico.‎

Los genocidios tampoco son una exclusividad de los mĆ”s fuertes contra los mĆ”s dĆ©biles, como ‎queda demostrado por el genocidio perpetrado en Rwanda por los hutus contra la etnia tutsi. ‎Ambos pueblos eran numĆ©ricamente similares y la masacre no fue perpetrada por milicias sino ‎principalmente por la poblaciĆ³n hutu y con machetes. ‎

Estas masacres de masas constituyen «crĆ­menes contra la humanidad». Fue Ćŗnica y ‎exclusivamente bajo esa denominaciĆ³n que el Tribunal Internacional de Nuremberg juzgĆ³ a los ‎responsables del genocidio perpetrado contra los judĆ­os de Europa. La nociĆ³n de «genocidio» ‎fue incorporada al derecho tiempo despuĆ©s de los juicios de Nuremberg. ‎

Bajo la influencia de Raphael Lemkin, se considerĆ³ despuĆ©s el genocidio como un crimen aparte ‎entre los crĆ­menes contra la humanidad. Pero tambiĆ©n se introdujo una nociĆ³n de culpabilidad ‎colectiva, lo cual contradice el principio bĆ”sico de la responsabilidad personal y es contrario al ‎objetivo que se busca. La evoluciĆ³n del concepto ha llevado a que el derecho estadounidense ‎considere hoy que el asesinato de al menos 2 personas, motivado sĆ³lo por lo que son esas personas ‎y no por sus actos, es suficiente para ser clasificado como «genocidio». ‎

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Estados Unidos se planteĆ³ la cuestiĆ³n racial antes que Alemania. Pero, ‎en vez de asesinar a las poblaciones que consideraban “razas inferiores”, los estadounidenses ‎se pronunciaron por su esterilizaciĆ³n obligatoria.‎

¿Por quĆ© los nazis trataron de exterminar a los judĆ­os?

El programa nazi preveĆ­a reconstituir el imperio alemĆ”n cuyo surgimiento quedĆ³ bloqueado ‎al final de la Primera Guerra Mundial por el Tratado de Versalles. Pero en vez construir el imperio ‎alemĆ”n conquistando Ɓfrica, Asia o LatinoamĆ©rica, territorios ya distribuidos entre el Reino Unido ‎y Francia, Alemania se planteĆ³ la conquista del este de Europa. ‎

Los nazis, herederos de Goethe y de Beethoven, se creĆ­an humanistas de nacimiento. Conforme a ‎la ideologĆ­a colonialista europea, justificaban su voluntad de conquista afirmando que ‎los pueblos que pretendĆ­an dominar eran culturalmente inferiores. Adolf Hitler asĆ­ lo explica en ‎‎Mein Kampf. En ese libro, Hitler nunca habla de «subhumanos» (untermenschen). ‎Esa expresiĆ³n sĆ³lo apareciĆ³ mĆ”s tarde, a raĆ­z del «consenso cientĆ­fico» de la Ć©poca: ‎los medios cientĆ­ficos occidentales estaban convencidos de que las conquistas coloniales ‎demostraban la existencia de una jerarquĆ­a entre las razas y que los europeos occidentales ‎estaban en lo mĆ”s alto de esa jerarquĆ­a, asĆ­ que buscaban cĆ³mo distinguir esas razas entre sĆ­ ‎mediante una serie de caracterĆ­sticas [2]. ‎La ciencia actual ha demostrado lo absurdo de esa nociĆ³n, que sin embargo persiste en ‎numerosos paĆ­ses, como en Estados Unidos, donde las estadĆ­sticas oficiales siguen clasificando a ‎las personas segĆŗn ese concepto imaginario [3].‎

Para los nazis, los primeros «subhumanos» eran, por consiguiente, los eslavos, cuyos territorios ‎pretendĆ­an conquistar, y su primer blanco fueron los eslavos. Sin embargo, como el canciller ‎Hitler justificaba su voluntad de conquista de un espacio vital (lebensraum) afirmando la ‎superioridad de su «raza» –concepto ampliamente compartido en aquella Ć©poca por los pueblos ‎occidentales– agregĆ³ a su lista los romanĆ­es (o sea la poblaciĆ³n denominada indistintamente ‎como pueblo gitano, cĆ­ngaros o roms) y los judĆ­os simplemente por tratarse de pueblos nĆ³madas o de ‎pueblos sin tierra. Por supuesto, esta condena de los judĆ­os como raza se basaba en el ‎antisemitismo europeo, que el propio Hitler alimentĆ³, pero no fue por antisemitismo que ‎los judĆ­os fueron clasificados como «subhumanos». De hecho, aunque no existe una cultura ‎europea antiromanĆ­, ese pueblo tambiĆ©n fue clasificado como «subhumano». ‎

La nociĆ³n misma de antisemitismo no tiene mucho que ver con los judĆ­os. Los semitas son ‎Ć”rabes, algunos de ellos de confesiĆ³n judĆ­a. Por otro lado, gran parte de los judĆ­os de Europa ‎no son originarios de Palestina sino descendientes de poblaciones del CĆ”ucaso convertidas en el ‎siglo X [4].‎

Inicialmente algunos nazis no eran tan hostiles a los judĆ­os alemanes como hoy se cree [5].‎
- Antes y despuĆ©s del ascenso de los nazis al poder –pero ya bajo la autoridad de Josef Goebbels–‎‎, Leopold von Mildenstein organizĆ³ viajes de oficiales nazis a Palestina, entonces bajo mandato ‎britĆ”nico. El partido nazi (NSDAP) consideraba inaceptable que los judĆ­os no tuviesen su propio ‎Estado y, por consiguiente, apoyaba la nociĆ³n del hogar nacional judĆ­o en Palestina.
- Cuando Alemania ya habĆ­a adoptado leyes contra los judĆ­os, el partido nazi negociĆ³ con la ‎Agencia JudĆ­a, en 1933, los Acuerdos de Haavara que autorizaban a los judĆ­os a instalarse ‎en Palestina [6].‎
- Las cosas evolucionaron en una mala direcciĆ³n. En 1938, o sea antes de la guerra, el ministro ‎francĆ©s de Exteriores, Georges Bonnet, propuso a la Alemania nazi trasladar los judĆ­os franceses ‎y alemanes a la colonia francesa de Madagascar. Polonia –como acaba de recordarlo ‎el presidente ruso Vladimir Putin– se uniĆ³ entonces a Francia y Alemania para crear una comisiĆ³n ‎encargada de preparar la aplicaciĆ³n de ese plan, que nunca llegĆ³ a concretarse [7]. ‎

No fue hasta finales de 1941, despuĆ©s de haber agotado todas las opciones y cuando la invasiĆ³n ‎iniciada contra la URSS comenzĆ³ a convertirse para ellos en una pesadilla, que los nazis optaron ‎por la «soluciĆ³n final»: el asesinato en masa. ‎

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Rudolf HĆ¶ĆŸ ante el tribunal de Nuremberg. ‎

El caso de Rudolf HĆ¶ĆŸ

Antes de la Primera Guerra Mundial, Alemania disponĆ­a de un imperio, como las demĆ”s grandes ‎potencias europeas. Como militar alemĆ”n, Franz Xaver HĆ¶ĆŸ fue enviado al Sudoeste Africano –la ‎actual Namibia–, donde participĆ³ en el primer genocidio del siglo XX: la masacre contra las etnias ‎herero y nama. ‎

Su hijo, Rudolf HĆ¶ĆŸ, se enrolĆ³ desde muy joven en el ejĆ©rcito imperial, durante la Primera Guerra ‎Mundial, y formĆ³ parte de los refuerzos alemanes enviados al Imperio Otomano. En sus ‎memorias, Rudolf HĆ¶ĆŸ dice haber luchado contra los britĆ”nicos en Palestina [8]. En realidad, ‎Rudolf HĆ¶ĆŸ estuvo en la TurquĆ­a actual y participĆ³ en la masacre desatada por el movimiento ‎militar de los JĆ³venes Turcos contra las poblaciones no musulmanas. ‎

Veinte aƱos despuĆ©s, Rudolf HĆ¶ĆŸ, se enrolĆ³ en las SS y fue nombrado, en 1940, director del ‎complejo de Auschwitz. Al principio, Auschwitz era un campo de concentraciĆ³n concebido segĆŗn ‎el modelo de los que habĆ­an creado los britĆ”nicos durante la Guerra de los Boers, en Ɓfrica ‎del Sur. A finales de 1941, se agregĆ³ un campo de exterminio (Auschwitz-Birkenau) y, ‎a mediados de 1942, un campo de trabajos forzados (Auschwitz-Monowitz), donde el banquero ‎estadounidense Prescott Bush –padre y abuelo de los dos presidentes Bush– invirtiĆ³ capitales que ‎le reportaron jugosas ganancias [9].‎

Rudolf HĆ¶ĆŸ afirmĆ³ haber sido siempre un hombre normal. Aunque parezca increĆ­ble, este individuo ‎no veĆ­a como anormal el asesinato masivo de armenios y judĆ­os… en definitiva su padre habĆ­a ‎asesinado en masa africanos hereros y namas. ‎

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El profesor austriaco Konrad Lorenz, fundador de la etologĆ­a y ‎premio Nobel, era un nazi convencido. MilitĆ³ en pro de que los homosexuales fuesen ‎marginados de la sociedad, como en los casos donde la medicina impone la amputaciĆ³n de una ‎parte del cuerpo para salvar al paciente. ‎

El «exterminio» de los homosexuales

Siguiendo el consenso cientĆ­fico de su Ć©poca, los nazis trataron de preservar la «raza» ‎germĆ”nica prohibiendo los matrimonios interraciales. Eso no era nada nuevo, en Alemania ya ‎se hacĆ­a desde 1905, o sea antes de la Primera Guerra Mundial, y tambiĆ©n se habĆ­a hecho en ‎muchos otros paĆ­ses occidentales. ‎

Pero no se trataba sĆ³lo de impedir el nacimiento de mestizos, tambiĆ©n se buscaba preservar el ‎patrimonio genĆ©tico de la raza. El Instituto KĆ”iser Guillermo (equivalente alemĆ”n del actual CNRS ‎francĆ©s (Centro Nacional de la InvestigaciĆ³n CientĆ­fica, siglas en francĆ©s) afirmĆ³ que si ‎un hombre penetraba a otro hombre podĆ­a transmitirle elementos de su patrimonio genĆ©tico, ‎lo cual significaba que los «homosexuales pasivos» constituĆ­an un riesgo. Es por eso que ‎los nazis penalizaron la homosexualidad entre hombres, a pesar de que inicialmente esta ‎habĆ­a sido pĆŗblicamente dominante entre los miembros del partido nazi. ‎

Los homosexuales sorprendidos in fraganti eran “invitados” a aceptar la castraciĆ³n o ‎encarcelados como antisociales. Numerosos mĆ©dicos, como Sigmund Freud, distribuyeron entonces certificados mĆ©dicos que presentaban la homosexualidad como una enfermedad y ‎afirmaban que el “paciente” en cuestiĆ³n estaba siguiendo una terapia, con lo cual salvaban ‎al paciente de la castraciĆ³n y de la cĆ”rcel. Ciertos grupos citan hoy aquellos certificados falsos ‎para afirmar que el fundador del psicoanĆ”lisis condenaba la homosexualidad o la consideraba una ‎patologĆ­a. ‎

DespuĆ©s de haber asistido en Ɓmsterdam a la inauguraciĆ³n de un monumento dedicado a los ‎homosexuales deportados –que al parecer fueron unos 5 000 en todo el Reich–, yo mismo ‎fundĆ© una asociaciĆ³n para que se reconociera ese crimen en Francia. AsĆ­ organicĆ© varias ‎ceremonias con asociaciones de deportados. ConocĆ­ entonces a un testigo, Pierre Seel, que ‎contĆ³ con lujo de detalles como fue deportado al campo de concentraciĆ³n de Struthof debido a su ‎condiciĆ³n de homosexual y logrĆ© que se modificaran por decreto las condiciones para el ‎reconocimiento de la categorĆ­a de deportado para que Pierre Seel fuera reconocido como tal. ‎Pero, durante la elaboraciĆ³n de su expediente, se comprobĆ³ que aquel testigo mentĆ­a y que habĆ­a ‎sido deportado como alsaciano desertor [10]. PedĆ­ ‎entonces a un amigo, el senador Henri Caillavet, presidente de la ComisiĆ³n Nacional de ‎InformĆ”tica y Libertades (CNIL), que investigara sobre la deportaciĆ³n de homosexuales franceses. ‎Al cabo de un aƱo de investigaciĆ³n, el senador Caillavet comprobĆ³ que la policĆ­a francesa ‎nunca abriĆ³ un fichero dedicado a los homosexuales y que nunca hubo deportaciones de ‎homosexuales en Francia, ni tampoco en la Alsacia anexada por el Reich. A pesar de ‎lo anterior, la versiĆ³n de Pierre Seel fue popularizada y en la ciudad de Toulouse existe incluso una ‎calle que lleva su nombre. ‎

Esta historia me enseĆ±Ć³ mucho sobre las exageraciones que los grupos humanos pueden llegar a ‎orquestar para atribuirse la aureola de mĆ”rtires. Se extendiĆ³ asĆ­ la creencia de que el Reich quiso ‎exterminar a los homosexuales masculinos y las lesbianas, lo cual es absolutamente falso. Nunca ‎hubo represiĆ³n del lesbianismo y los nazis sĆ³lo reprimieron la homosexualidad entre los hombres ‎e incluso Ćŗnicamente entre las poblaciones llamadas «arias». SĆ³lo 48 hombres fueron ‎identificados como homosexuales en Auschwitz. HabĆ­an sido deportados a ese campo de ‎concentraciĆ³n y, los que sobrevivieron, fueron liberados en 1942 y obligados a servir como ‎‎«arios» en la «guerra total» contra los Aliados. ‎

‎¿Tenemos que recordar aquĆ­ que las cuestiones de los judĆ­os, los romanĆ­es o los homosexuales ‎no tuvieron absolutamente nada que ver con el inicio de la Segunda Guerra Mundial? ‎

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Otto Buchinger, pionero de la ecologĆ­a.

RĆ©gimen de alimentaciĆ³n

Sigue pareciendo difĆ­cil entender por quĆ© los nazis alimentaban, aunque ciertamente muy mal, a los prisioneros ‎que querĆ­an eliminar. En realidad alimentaban sĆ³lo a los que querĆ­an explotar como fuerza de ‎trabajo. Con ellos utilizaban la extraƱa sopa del doctor Otto Buchinger.‎

Este gran mĆ©dico era un militante de la Lebensreform, del regreso a la naturaleza. Otto ‎Buchinger teorizĆ³ sobre el papel reparador del ayuno y descubriĆ³ que se puede trabajar duro y ‎casi sin comer si uno bebe una sopa muy clara. El cuerpo pierde volumen rĆ”pidamente pero ‎produce una gran energĆ­a. Los trabajos del doctor Otto Buchinger aĆŗn se aplican en las clĆ­nicas ‎que sus descendientes poseen en Alemania y EspaƱa, donde los miembros de las dinastĆ­as ‎reinantes en las monarquĆ­as Ć”rabes ‎del Golfo suelen internarse para bajar de peso. Los nazis, que ‎tambiĆ©n eran fervientes partidarios del regreso a la naturaleza –el propio Hitler era vegetariano y ‎prohibĆ­a que se fumara en su entorno– utilizaron la sopa del doctor Otto Buchinger para hacer ‎trabajar a sus prisioneros, sabiendo que al final ese rĆ©gimen de alimentaciĆ³n acabarĆ­a ‎matĆ”ndolos. ‎

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El ritual judĆ­o del holocausto.‎

SoluciĆ³n final, Holocausto y Shoah

Los historiadores designan la liquidaciĆ³n de los judĆ­os de Europa como la «soluciĆ³n final». Pero ‎tambiĆ©n se conoce como el «Holocausto» o la «Shoah», dos tĆ©rminos que designan ‎interpretaciones particulares de ese hecho. ‎

El tĆ©rmino “holocausto” es utilizado por los cristianos evangĆ©licos estadounidenses y hace ‎referencia a un ritual judĆ­o donde se sacrifica una dĆ©cima parte de los animales y sus cuerpos son quemados. SegĆŗn su teologĆ­a, Dios dispuso el exterminio de los judĆ­os de Europa antes de que ‎el MesĆ­as regresara a la Tierra. AsĆ­ que no es un tĆ©rmino muy respetuoso para las vĆ­ctimas. ‎En todo caso, cuando conocieron la existencia de los campos de exterminio, algunos oficiales ‎evangĆ©licos estadounidenses aconsejaron a su estado mayor no intervenir para ‎no interferir en lo que veĆ­an como el «plan de Dios». Dado el hecho que los nazis ‎se esforzaban por matar lejos de la mirada pĆŗblica, bombardear las vĆ­as fĆ©rreas habrĆ­a bastado ‎para detener instantĆ”neamente el genocidio, no sĆ³lo de los judĆ­os sino tambiĆ©n de los romanĆ­es. ‎

La palabra Shoah es un vocablo hebreo que significa “catĆ”strofe” y que hace referencia al ‎silencio de Dios durante la tragedia. Por analogĆ­a, los palestinos designan su propia expulsiĆ³n de ‎la tierra palestina, en 1948, como la Nakba, vocablo que tambiĆ©n significa “catĆ”strofe” pero ‎en Ć”rabe. ‎

Sabiendo todo lo anterior, no parece que el genocidio contra los judĆ­os sea diferente a ‎los demĆ”s, ni que constituya un punto de ruptura en la Historia o que sea resultado sĆ³lo del ‎antisemitismo. Y mucho menos que el Estado de Israel ofrezca a los judĆ­os la protecciĆ³n a la que ‎tendrĆ­an derecho. Si asĆ­ fuese, no habrĆ­a en Israel 50 000 sobrevivientes de los campos de ‎exterminio que viven hoy por debajo del lĆ­mite de pobreza. ‎

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En 2016, Rusia realiza un concierto en el gran anfiteatro antiguo de la ‎ciudad siria de Palmira, utilizado por los yihadistas del Emirato IslĆ”mico (Daesh) para asesinar ‎pĆŗblicamente “enemigos de Dios”. Ese concierto marca el regreso de la civilizaciĆ³n.

Ni buenos ni malos, tan solo hombres

La puesta en prĆ”ctica de la «soluciĆ³n final» fue planificada por los nazis y parcialmente llevada ‎a cabo por alemanes. Pero la gran mayorĆ­a del personal de los campos de exterminio venĆ­a de las ‎repĆŗblicas bĆ”lticas.‎

Si se considera que de todos los implicados ninguno hizo nada por detener el crimen, es ‎cuando menos injustificado atribuir la responsabilidad Ćŗnicamente a Alemania. Lo cierto es que la Ć©poca ‎pensaba como los nazis, aunque sĆ³lo ellos fueron hasta las Ćŗltimas consecuencias de lo que ‎pensaban. ‎

La evaluaciĆ³n de una ideologĆ­a debe tener en cuenta sus premisas y admitir que todos podemos ‎acabar tomando una direcciĆ³n equivocada. ‎

Por ejemplo, el Estado de Israel se creĆ³ en nombre de la ideologĆ­a sionista britĆ”nica [11]. ‎Se trataba de crear una colonia que contribuyera a la expansiĆ³n del Imperio britĆ”nico. Israel fue ‎proclamado por David Ben-Gurion, que no era judĆ­o en el sentido religioso del tĆ©rmino sino ateo, ‎aunque hacia el final de su vida recobrĆ³ la fe y se hizo… budista. El Estado de Israel concede la ‎nacionalidad israelĆ­ segĆŗn criterios que nada tienen que ver con la religiĆ³n judĆ­a, de manera que ‎esos criterios incluyen numerosas personas rechazadas por los rabinos. Israel no optĆ³ por la ‎eliminaciĆ³n de las poblaciones autĆ³ctonas y prefiriĆ³ expulsarlas de los territorios donde vivĆ­an. ‎Poco a poco ha ido ocupando nuevos territorios, tragĆ”ndose casi por completo los territorios de ‎los Ć”rabes palestinos. Sin embargo, como algunos palestinos obtuvieron la nacionalidad israelĆ­ ‎en 1948 y hoy representan una quinta parte de la poblaciĆ³n de Israel, el primer ministro ‎Benyamin Netanyahu –miembro del Likud– impuso la proclamaciĆ³n de Israel como «Estado ‎judĆ­o», oficializando asĆ­ una jerarquizaciĆ³n entre los ciudadanos israelĆ­es e imponiendo al Estado ‎una lĆ³gica de selectividad entre sus ciudadanos. A pesar de las apariencias, es exactamente ‎la misma lĆ³gica que condujo el primer ministro laborista Yitzhak Rabin a plantearse la «soluciĆ³n ‎de los dos Estados»: el objetivo es separar las «razas». TodavĆ­a es posible dar marcha atrĆ”s. ‎

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Ceremonia de conmemoraciĆ³n del 75Āŗ aniversario de la liberaciĆ³n de los ‎prisioneros de Auschwitz.‎

El «deber de memoria» u «obligaciĆ³n de recordar»

Los seres humanos siempre prefieren hacer todo lo posible por olvidar tanto las desgracias que ‎los hicieron sufrir como las desgracias que ellos mismos provocaron. Esa es la lĆ³gica que siguen ‎los romanĆ­es, cuyas familias fueron masacradas junto a las familias judĆ­as, y les va mucho mejor. ‎

Por supuesto, para los descendientes es importante rendir homenaje a la memoria de sus ‎familiares muertos. Pero no serĆ” eso lo que logre evitar nuevos genocidios. Esto Ćŗltimo ‎no tiene nada que ver con la identidad ni con la condiciĆ³n de las vĆ­ctimas, ni con ‎las de los verdugos. SĆ³lo se trata de la condiciĆ³n humana y ninguno de nosotros estĆ” al abrigo ‎de convertirse en monstruo. La civilizaciĆ³n nunca es innata. ‎

https://www.voltairenet.org/article209098.html 

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